lunes, 6 de mayo de 2013

Compostaje III


Las técnicas de compostaje las podríamos dividir en tres grupos principales:
En superficie, en montón y en silos-compostadores.

Compost en superficie. Consiste en esparcir sobre el terreno (nunca enterrar, ni envolver), una delgada capa de material orgánico (de menos de 10 cm.), dejándolo descomponerse y penetrar poco a poco en el suelo. Según se va dando el proceso natural de incorporación al suelo se esparcen nuevos restos en un proceso continuo. Cuanto más desmenuzado esté más rápida será la absorción pero también más rápidamente se perderán algunos nutrientes.
    En zonas como las nuestra y en épocas no muy calurosas se puede depositar sin ningún tipo de protección. En situaciones de menor humedad ambiental y precipitaciones o altas temperaturas es mejor cubrirlos con una delgada capa de paja picada, hierba, coníferas, etc.
    Este compostaje se emplea fundamentalmente en los huertos y sirve de acolchado de la tierra que a su vez impide la evaporación de humedad y el nacimiento de hierbas no deseadas e incluso protege de heladas en épocas frías. 
    Los organismos vivos del suelo son los que irán dando buena cuenta de los restos esparcidos y se encargarán de incorporarlos en los diferentes niveles del suelo.
    El compostaje en superficie tiene sus limitaciones de uso en huertos, pues algunos cultivos como las judías y las zanahorias no admiten bien este tipo de fermentación. Aún así esta dificultad se puede superar con una adecuada distribución de las plantas  y de este tipo de compostaje en el huerto.
    Otra forma de compostaje en superficie consiste en sembrar leguminosas y otras especies (algunas crucíferas como las mostazas), para luego segarlas o triturarlas dejándolas sobre la superficie.

Compost en montón. Cuando hay una cantidad abundante y variada de residuos vegetales y orgánicos (sobre 1m3 o superiores), se puede llevar a cabo este tipo de compostaje que a su vez tiene una gran cantidad de variantes y de las que os proponemos algunas.
 Compostaje de podas vegetales
Después de acumular restos vegetales de todo tipo, se trituran estos y se mantienen sumergidos en agua en alguna alberca o bidón, durante 24 o 48 horas –según grosor- Después se agrupan en montón de 2x2x1,5 m. y se mantiene durante 21 días. Posteriormente se deshace este montón y se vuelve a rehacer en forma piramidal de 2,2m de base por 1,6m de altura y la longitud que nos imponga la cantidad de residuos, y se cubre con 2 ó 3 cm. de tierra o arena y a su vez protegido por ramas o pinocha, durante al menos 90 días.  
 Compostaje residuos vegetales y estiércol
Se trituran los residuos y se remojan durante 3 días. Se recolectan hierbas aromáticas en toda la variedad posible y se remojan a su vez durante 24 horas. Después se hace un montón de capas alternas de 15 cm.  de residuos vegetales, otra de estiércol de oveja o caballo y una tercera de las hierbas aromáticas. Se suceden esta serie de capas hasta alcanzar una altura de unos dos metros y se deja durante 21 días. Después se deshace y se vuelve a rehacer en forma piramidal de 2,2 m de base por 1,6 m de altura y se deja 90 días.
 Compostaje de coníferas
Se trituran las ramas y junto a las hojas se ponen a remojo durante siete días. Se sacan y se amontonan durante 21 días. Se deshace el montón y se vuelve a rehacer con forma trapezoidal de 2,2 m de base por 1,6 m de alto y 1,1 m de anchura menor, se cubre con una capa fina de tierra y otra superior de ramas y se mantiene durante 90 días. Resulta muy aconsejable regar periódicamente con purín de ortigas para activar la lenta descomposición.
Compostaje de hojas
Se hace un montón con series de capas que comienzan con de 25 cm. de hojas, otra de dos dedos de ramas trituradas, se le monta otra de residuos de cocina o cortes de césped y después otra de hojas. Siempre la última capa será de hojas. Se cubre el montón con tierra para evitar que se vuelen las hojas y al cabo de un mes lo mezclaremos y airearemos. 
Compost en cajoneras o silos. Muy indicado para cantidades domésticas de residuos orgánicos de alimentos, jardín y pequeños huertos. Se pueden emplear compostadores comercializados de todos los tamaños y materiales o construirlos respetando unas sencillas indicaciones. Hay una variante de este compostaje (lombricultura o vermicompostaje), que se desarrolla con la ayuda de una especie de lombriz denominada roja de California (Eisenia foetida), que es muy voraz, pero que no vamos a tratar en este manual.
    La cajonera o silo es muy sencilla de preparar. Un cajón hecho de cualquier tipo de material con un volumen suficiente como para contener todos los residuos orgánicos que vayamos produciendo durante al menos cuatro meses. No tiene fondo ya que es fundamental el contacto directo entre la tierra y los restos; deberá tener orificios de ventilación por todos sus caras. La parte superior la cubriremos para controlar mejor la humedad aunque también conviene que tenga pequeños orificios de ventilación y entrada de algo de humedad ambiental; Por esta parte se verterán los residuos. 
    Una de sus caras laterales estará preparada para abrirse y poder acceder mejor al montón. En la parte inferior de este lateral incorporaremos una pequeña trampilla por donde poder sacar el compost ya preparado. 
    El compostaje en estas cajoneras o silos puede funcionar de forma continua respetando las condiciones de humedad y aireación que indicábamos más arriba.
    El funcionamiento es muy simple. El olor desagradable (no confundirlo con el olor habitual de cada tipo de los restos orgánicos), nos indicará compactación, exceso o falta de humedad y falta de aireación que se resolverá volteando los residuos. Si observamos que comienzan a aparecer una coloración excesivamente blanquecina (presencia de gran cantidad de hongos filamentosos), estaremos ante un defecto de humedad que se resolverá remojando los residuos. Si tenemos cuidado de ir mezclando los residuos más acuosos con los menos acuosos y los más nitrogenados con los menos, nunca nos dará problemas.
    Es conveniente que antes de asentar el compostador descastemos la vegetación de la base que vaya a ocupar. También al inicio de la actividad es conveniente que pongamos sobre el suelo que previamente hemos desnudado de vegetación, unas ramas de arbustos delgadas para facilitar la aireación inicial y algo de compost maduro para acelerar la activación de la descomposición.
    Hay otro tipo de compostaje en cajonera o silo basada en sucesivos volteos de los residuos. En alguno de ellos se utilizan dos o tres espacios en los que se van volteando y rehaciendo los montones de forma progresiva. En este sistema se necesitan residuos de mayor contenido en nitrógeno pues se va perdiendo en los sucesivos volteos.     
En esta imagen podemos ver un compostaje en montón. El compost ya se encuentra maduro.En esta otra se puede apreciar un silo-compostador, construido con palets reciclados.
COMO EMPLEAR EL COMPOST 
    El compost se puede utilizar en cualquier momento de su elaboración. Otra cuestión es qué aporta a la tierra en cada fase de su proceso de descomposición y dónde y cómo aportárselo. 
    Para dosificar su distribución además de diferenciar entre su uso en huertos, árboles o arbustos y césped, hemos de conocer un poco la salud y el vigor del suelo y fundamentalmente su estado de actividad biológica y su contenido en materia orgánica y por tanto en humus.
Los materiales sin fermentar, recién amontonados, no están en condiciones de incorporarse al ciclo de nutrientes de la tierra o las plantas. Pero pueden servir como acolchado de la tierra o del propio compost maduro, y con el tiempo y la actividad de los microorganismos se irá incorporando al proceso de humidificación. Es el momento de mayor presencia de nutrientes y también el de menor asimilación de los nutrientes para los suelos y las plantas.
El compost fresco puede tener algunas semanas o varios meses pero en él se puede apreciar la actividad de macroorganismos como lombrices, cochinillas y otras especies. También se pueden reconocer aún algunos restos porque sólo están parcialmente descompuestos. Este compost joven no tiene porque desprender malos olores.   Puede ser parcialmente aprovechado por las raíces pero hemos de evitar que sus partes no descompuestas entren en contacto con las raíces pues contienen aún sustancias inhibidoras y además si se entierran pueden producir putrefacciones y elementos tóxicos por falta de oxígeno. Debe ser utilizado exclusivamente en superficie, tiene un valor fertilizante elevado y favorece a los microorganismos del suelo. Nunca se debe enterrar y según las condiciones ambientales conviene protegerlo con un acolchado en su uso en huertos.
El compost maduro. Puede tener de entre varios meses a un par de años. Apenas se apreciará presencia de lombrices y los restos orgánicos ya no son reconocibles porque están perfectamente descompuestos. Tiene una estructura homogénea, un olor agradable y un color prácticamente negro. Se puede utilizar en cualquier tipo de planta sin riesgo a producir inhibiciones u otro tipo de efectos negativos en su crecimiento. Su poder fertilizante es inferior con respecto a un compost joven puesto que muchos de sus elementos han desaparecido en el proceso de descomposición. Su uso es muy adecuado en tierras arcillosas y pude emplearse en cobertura o ligeramente mezclado con las capas más superficiales de la tierra.
El compost viejo. También se le denomina mantillo. Siempre tiene más de un año y está en la fase de mineralización. Se puede mezclar con la tierra e incluso enterrar y su acción es más eficaz en tierras pesadas.
El purín de compost. Para usos puntuales de fertilización de algunas plantas o activación del propio compost, se puede utilizar el purín de compost que es simplemente la extracción líquida de muchos de los componentes sólidos del compost. 
    Para hacerlo se comienza por poner a macerar una proporción de compost maduro y agua en relación de peso y volumen de compost y agua de 1/10 o de 3/10, dependiendo de la fuerza que pretendamos obtener. Se deja macerar durante un mínimo de una semana, revolviendo al menos una vez al día. Después se filtra y el agua con los nutrientes su utiliza en forma de riego en la base de las plantas cuidando de no mojar las hojas ni los tallos. Los sólidos sobrantes se pueden echar al compostaje o distribuirlos en cobertura.
Uso en semilleros y en macetas. Para preparar este tipo de sustrato conviene mezclar una parte de compost maduro y tres de tierra. Para evitar inhibiciones en la germinación o en desarrollo de las raíces de las plantas, el compost debe ser maduro.
Estado de la materia orgánicaMATERIA ORGÁNICA FRESCAINICIO DE LA DESCOMPOSICIÓNSEMIDESCOMPUESTA Compost fresco (2-3meses)DESCOMPUESTA Compost maduro (6-9meses)MINERALIZACIÓN Compost viejo       (más de un año)
Peso aproximado (Ejemplo 10kg)10kg8kg6kg4kg2kg
Proporción de agua70-85%40-50%30-40%20-30%<20%
Relación C/N80/1 (muy variable)30-45/120-30/115-20/1Muy variable
Estado, forma o presentación
Usos recomendablesComo acolchado en capas de unos 10cm. No enterrar. Aún no alimenta a los cultivos.Sobre la tierra, protegido con paja o hierba. No enterrar.Sobre la tierra o ligeramente mezclado. Aún no alimenta los cultivos.Se puede mezclar con la tierra o enterrar. Ya alimenta directamente a los cultivos.
Usos en función del tipo de sueloTierras pedregosas o muy arenosasTierras calcáreas, calientes y bien aireadasTierras francasTierras arcillosasTierras pesadas

VI
CONSEJOS VARIOS
Tamaño de los restos. Los restos de podas de arbustos y ramas conviene triturarlos en trozos lo más pequeños posibles. La razón es acelerar su descomposición. Aunque no los troceemos también se descompondrán pero más lentamente y además puede ser que entre ellos se creen huecos demasiado grandes donde se produzca una excesiva aireación y paralización de la actividad de los microorganismos por falta de humedad. La falta de trituradoras podemos compensarla con el uso de motosierra, segadora, desbrozadora, motocultor o simplemente herramientas manuales. 
Acelerantes de la descomposición. Los materiales con un alto contenido en nitrógeno son buenos acelerantes del compost y ya os hemos facilitado una tabla donde se pueden apreciar mejor cuales son. Aún así hay ocasiones en que podemos incorporar otros activadores como compost maduro, un manojo de ortigas o en purín, o simplemente orines, suena feo pero son efectivos y no crean ningún problema higiénico ni sanitario en el compost. Para preparar el purín de ortigas se introducen en un recipiente de cristal, de madera o de hierro, entre ochocientos gramos y kilo de las partes aéreas de las ortigas (nunca rizomas), con 10 litros de agua, o una proporción similar. Se cubre la boca del recipiente con algún material que le deje respirar y se revuelve todos los días y a ser posible varias veces al día. Irá produciéndose una fuerte espuma que irá disminuyendo y a partir de ocho o diez días casi ya no la producirá. Eso depende de la temperatura ambiental, de la cantidad de volteos y de las propias ortigas. Después de eso se cuela el purín y se guarda en un recipiente como los indicados. Para activar el compostaje se emplea en forma de riego, diluido al 10%.
Restos de comidas. Para manejar más cómodamente los residuos es aconsejable tener en la cocina un pequeño recipiente con tapa donde los vamos guardando y cuando llenamos el recipiente lo vaciamos en el compostador o en el montón de compostaje. 
    Depende de nuestra dieta podemos producir más o menos restos de carne, pescado o salsas. Conviene que este tipo de restos los desperdiguemos en el sistema de compostaje que empleemos y que además los cubramos siempre con una fina capa de cenizas de leña, serrín, restos vegetales o un poco de tierra para neutralizar su fuerte olor. Hemos de saber que las encargadas de descomponer inicialmente estos restos son larvas de moscas, que desaparecen en muy pocos días, por lo que no nos asustaremos al verlas. 
    Los restos de peladuras de verduras o frutas se pueden añadir al compost sin triturar pues con ello se favorece una mejor aireación. El agua de cocción de cualquier producto que no vayáis a utilizar también se puede echar al compost.
    También se pueden compostar cualquier comida preparada o envasada que se haya deteriorado. 
    Vigilar esas pequeñas pegatinas que ahora ponen a cada pieza de fruta, verdura e incluso fruto seco pues no es recomendable que vayan al compostaje.
    El aceite de freír se puede incorporar pero en muy pequeñas cantidades y siempre esparcido por la mayor superficie posible. Si tenemos papel de cocina o servilletas de papel (no tintadas) inservibles, u otro tipo de papel o cartón acanalado (en pedazos pequeños), pueden servirnos para absorber el aceite sobrante que queramos compostar. Su descomposición es extremadamente lenta y recomendamos su reciclaje por otros medios como la recogida selectiva.
    Se pueden compostar espinas, huesos, caparazones, corchos, huesos de fruta y cáscaras de frutos secos, pero si no los trituramos les costará mucho descomponerse. Si los echamos sin trocear cada vez que cribemos el compost terminado, podemos devolver estos restos a compostador pues activarán a los otros más frescos.
Césped. Los restos de siega de hierba contienen una gran cantidad de humedad y ello propicia su compactación. Para emplearlos hemos de tener cuidado en mezclarlos con otros restos más secos como paja, hojas, triturado de podas, cartón o papel (no tintados), o también extenderlos para que se oreen y después se podrán emplear con los restos de comida o vegetales más frescos. En todo caso hemos de emplearlos en el compost en capas delgadas o bien mezclados con otros restos


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